¿Cómo pedirle a la Virgen de Guadalupe por un enfermo?

¿Milagros de la Madre de Dios?

“¿Hay personas enfermas entre vosotros?    Que manden llamar a los sacerdotes de la Iglesia, y que los sacerdotes oren sobre ellos ungiéndolos con aceite en el nombre del Señor.    La oración de fe salvará a los enfermos y el Señor los resucitará.    Si han cometido algún pecado, les serán perdonados”. (St 5,14-15) La carta de Santiago identifica que este gran apóstol y la Iglesia entendían que era voluntad del Señor que los sacerdotes ungieran a los enfermos con fines de curación.

En la Iglesia católica este sacramento se llamaba ocasionalmente “Extremaunción” y se asociaba a la “Extremaunción” porque a menudo se esperaba hasta el momento de la muerte para recibirlo.    El sacramento de la Unción de los Enfermos no sólo se da a los que están a punto de morir.    Se puede administrar a cualquier persona que esté luchando contra una enfermedad grave para darle la fuerza y la curación que necesita.    No se repite con regularidad, a no ser que el estado de salud empeore, que uno caiga en otra enfermedad grave o que, tras recuperarse, vuelva a caer gravemente enfermo.

Explicación de la fe – Nuestra Señora de Guadalupe: Patrona de la Vida

Nuestra Señora de Guadalupe, Rosa Mística, intercede por la Santa Iglesia, protege al Soberano Pontífice, ayuda a todos los que te invocan en sus necesidades, y ya que eres la siempre Virgen María, y Madre del Dios verdadero, alcánzanos de tu santísimo Hijo la gracia de conservar la fe, de la dulce esperanza en medio de la amargura de la vida, de la ardiente caridad, y el precioso don de la perseverancia final. Amén.

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Oh Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, concede a nuestros hogares la gracia de amar y respetar la vida en sus comienzos, con el mismo amor con que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Santísima Virgen María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias para que estén siempre unidas y bendice la crianza de nuestros hijos.

Nuestra esperanza, míranos con piedad, enséñanos a ir continuamente a Jesús, y si caemos ayúdanos a levantarnos de nuevo y a volver a Él mediante la confesión de nuestras faltas y de nuestros pecados en el Sacramento de la penitencia, que da paz al alma.

Día 1 – Novena marista a la Virgen de la Salud de los Enfermos

La fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe se celebra el 12 de diciembre y es Día de Obligación en México. Para más información sobre la historia de Nuestra Señora de Guadalupe y la vida de San Juan Diego, visite www.franciscanmedia.org/our-lady-of-guadalupe/.

Patrona de las Américas, nos recuerdas no sólo la presencia continua de Dios entre nosotros, sino el hecho de que Dios se parece a nosotros, habla como nosotros y nos encuentra donde estamos. Guíanos mientras trabajamos para estar atentos a los humildes del modo en que tú cuidaste de Juan Diego y su familia. Inspira en nosotros su fidelidad y coraje, para que también nosotros confiemos en la providencia y el cuidado de Dios. Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros. San Juan Diego, ruega por nosotros.

En la luz de una mañana de diciembre en el México rural, un humilde campesino se dirige a misa y queda asombrado cuando se encuentra cara a cara con una radiante aparición de María como una joven embarazada vestida con ropas indígenas. Así comienza una relación entre la Virgen de Guadalupe y Juan Diego que cambiará la Iglesia. Cuando todo haya terminado, se construirá una iglesia, las rosas florecerán en la nieve, una imagen milagrosa aparecerá en un manto ordinario y un hombre se curará de una fiebre que amenazaba su vida.

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Oración a Nuestra Señora de Lourdes – Muy poderosa

El sacramento de la Unción de los Enfermos se da a los enfermos graves ungiéndolos en la frente y en las manos con aceite debidamente bendecido -exprimido de aceitunas o de otras plantas- diciendo, una sola vez: “Que el Señor, en su amor y misericordia, te ayude con la gracia del Espíritu Santo. Que el Señor, que te libera del pecado, te salve y te resucite”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1513)

Este sacramento está destinado principalmente a quienes padecen enfermedades físicas o emocionales graves o crónicas o a quienes luchan contra los achaques de la edad. No es necesario estar en peligro de muerte ni la Iglesia unge a quien ya ha muerto.